Un año intenso, repleto de acontecimientos buenos y
malos, pero así es la vida,
Si todos fueran buenos no sabríamos valorarlos.
Mi actividad literaria se ha visto reducida drásticamente
en beneficio de mi actividad académica.
La aventura comenzada el año anterior, me ha ocupado
mucha parte de mi vida porque por un lado soy exigente conmigo misma y quiero
sacar buenas notas y por otro porque tengo que ponerle horas al estudio ya que
mi “disco duro” está ya algo rayado.
Me plantee hacer cada curso en dos años lectivos y no
puedo quejarme de cómo me ha ido en mi retorno a la Universidad
(2 sobresalientes y una matrícula de honor).
Este curso me está costando un poco más porque son más asignaturas
y porque los profesores que me han tocado en suerte no son de los que premian el
esfuerzo sino más bien de los que ponen alguna que otra zancadilla.
Aún con todo no he parado de leer, incluso cuando he
tenido exámenes porque para mí leer es relajarme, desconectar y disfrutar
aunque la cantidad de libros que me han gustado sea escasa.
A veces pienso que
soy yo que son muy exigente, pero cuando cae en mis manos un libro realmente
bueno, con buen argumento, bien redactado, correcta maquetación y sobre todo
sin faltas de ortografía, entonces pienso que efectivamente no soy yo sino que
hay mucha basura por el mundo literario.
Con respecto al blog, ya son 4 años que lo tengo (los
otros un poco menos).
Lo que comenzó siendo una apuesta (“a ver si te atreves”)
se ha convertido en algo consolidado avalándolo las más de 50000 visitas de
partes del mundo tan variopinta como Ucrania o Estados Unidos.
Sigo teniendo una libreta llena de “entradas” aún para
publicar.
Mi ventana al mundo sigue abierta aunque a veces la
cierre un poco para atender otras ocupaciones que exigen de todo mi tiempo.
Mi balance del año 2017 es muy positivo porque hasta de
las cosas malas se saca algo bueno.
El 2018 se sigue presentando con muchos sueños por
cumplir y algún que otro reto por superar.