El gimnasio y yo

Por fin me he tomado en serio esto de hacer ejercicio y me he apuntado a un gimnasio.


Hay todo un ritual previo para poder ir en condiciones a un sitio así y os voy a contar mi experiencia.

El primer paso es acudir a una tienda especializada en ropa deportiva y ataviarte adecuadamente con el traje de "faena".
Por su puesto no tienes mucha idea y crees que lo que le queda bien a las modelos de las fotos de va a quedar más o menos bien a ti cuando te lo pongas en el gimnasio. ¡Qué equivocada estas!
Ponerte las mallas, la camiseta y las zapatillas y verte en esos grandes espejos que hay en la pared, es toda una bofetada a tu ego. No puedes sentirte más fachosa y ridícula. ¿o sí? Sí que puedes, cuando empiezas a hacer ejercicio comprobando que tienes veinte años más de los que dice tu DNI y que además vas a verte de esa guisa durante una hora enterita.


El segundo paso consiste en ver en qué actividades puedes apuntarte porque no todas están al alcance de tus fuerzas.
Después de probar y meditando hasta dónde soy capaz pero también pensando no morir en la primera semana me he apuntado a varias clases para tener variedad y no aburrirme que es otro de los peligros de esto del ejercicio.

  • Los lunes hago Yoga. ¿Quién dijo que el Yoga era relajado? Para mí, esta disciplina es una auténtica tortura: estiramientos imposibles y respiraciones donde inexplicablemente me hacen ahogarme. Solo puedo relajarme los cinco últimos minutos de clase cuando nos dejan tumbados. 
  • Los martes y jueves hago Dance. Mi clase favorita. Me encanta bailar y en esta clase se combina ejercicio con el baile pero también hay un inconveniente y es que yo creía que sabía bailar y me he dado cuenta de que cuando toca seguir una coreografía me tengo que pensar cuál es mi pie derecho y cuál es mi pie izquierdo. Es verdad que esto tiene una explicación ya que soy una zurda contrariada y eso de la lateralización es un lío en mi cabeza. Confío en que será una  cuestión de práctica y de paciencia.
  • Los miércoles hago Pilates que es como el Yoga pero con la luz encendida.
  • Los viernes hago Aquagym, una actividad que le encanta hacer a todas las mujeres de la tercera edad porque no se nota dentro del agua que no se mueven mucho. Yo confieso que lo hago porque es un ejercicio que se hace con música y el monitor está muy bien.

Resumiendo, llevo un mes en el gimnasio y soy otra mujer, es decir, soy toda yo una agujeta andante pero he de decir que "he visto la luz", que ya no tengo vuelta atrás porque me he dado cuenta de lo mal que estaba y que aún sigo estando.
¿Cómo era posible que me considerara joven teniendo una movilidad tan reducida?

No pretendo tener un cuerpo de modelo pero sí poder moverme con soltura y poder decir que mi cuerpo está ágil y sano o que al menos se corresponda con la edad que pone en el DNI.