Me olvidaré de mi misma


Sobre las 10.30 h del lunes 21 del 2015, dio inicio en la Plaza de La Eliana una serie de actividades entre las que se realizó la lectura de una serie de poemas y escritos con la memoria o el olvido como fondo y uno de esos escritos fue "Me olvidaré de mi misma", el mío.



Cuando leas estas líneas seguramente ya no sabré quién soy y me lo tendrás que recordar a cada momento.

Empecé a escribir este diario cuando me di cuenta que algo en mí no iba bien.

Ya conocía la enfermedad, pues mi madre también la sufrió; mejor dicho, todos la sufrimos y ella al final solo sonreía. Porque eso fue lo que pasó, dejó de hablar y cuando nos veía se pintaba una sonrisa en su rostro para luego quedarse vacía su mirada.
Me queda el consuelo de saber que no sufría y que donde quisiera que estuviera su mente (su cuerpo estaba aún entre nosotros) estaba tranquila y no padecía.
Ahora sé que mi destino será el mismo y me rebelo ante esa idea porque siento que tengo tanto por vivir, tanto por hacer.

Al principio tuve pequeños olvidos achacables al despiste o a que mi memoria, por el paso del tiempo, ya no es lo que era.

Me empecé a preocupar cuando un día al ir a la compra no supe volver a casa.
Un camino que conozco al dedillo, pues lo hacía a diario, lo olvidé.
No dije nada a nadie para no preocupar a los míos. Estaba segura, o eso quería creer, que no se repetiría más. Pero ocurrió más veces.

La última vez que salí sola ya no supe volver a casa, ni tan siquiera sabía cómo me llamaba.
Alguien que pasaba por la calle vio la confusión en mi rostro y me acompañó a la comisaria. Allí una joven policía buscó en mi bolso y dio con mi cartera donde estaba mi DNI.
Fue así como pudieron localizar a mi familia. Cuando pasaron a recogerme volví a saber quién era y lo que había pasado. Sentí mucho miedo.

Me llevaron al médico obligada, porque no me hacía falta que un doctor dijera lo que yo ya sabía.
Diagnóstico: Alzheimer. Enfermedad sin tratamiento, sin curación, sin esperanza.
Volví a sentir miedo pero no por el final de mis días sino por esos días que quedaban hasta ese final. Lo peor es darte cuenta de que pierdes recuerdos y éstos son sobre ti. Tu cuerpo no va muriendo, muere tu alma.

Ayer volvió a pasarme algo angustioso. Sentada a la mesa frente a mi plato, no supe para qué servía la cuchara que tenía enfrente. Mi hijo, al verme, me ayudó a recordar que era un instrumento para comer. Me sentí estúpida.

Aún sé quiénes son los que me rodean: mi marido y mis hijos, aunque a veces no me salen sus nombres cuando les llamo. También eso olvidaré.
Olvidaré cuando conocí al hombre que me ha acompañado la mayor parte de mi vida, al hombre del que me enamoré perdidamente, con el que me casé y formé una familia.
Olvidaré el día más especial de mi vida, el de mi boda, donde me sentí protagonista de un cuento de hadas.
Olvidaré el día más importante de mi vida, el del nacimiento de mis hijos, esos por los que daría mi vida sin dudarlo.
Olvidaré tantos días de mi vida.
Lo único bueno de todo esto es que olvidaré los días nefastos, que también los ha habido.

Vuelvo a leer lo que escribo y ya no me acuerdo del por qué de esto.
Ya no me salen las palabras.
Ya no conozco las letras.

Vuelvo a estar en blanco...